sábado, 30 de octubre de 2010

LA MANI-iNFESTACION.


Cuando empezó el boom de la tele-realidad, yo pensé que no duraría mucho. Que habíamos tocado el fondo de la chabacanería y que los padres no permitirían ver cómo se burlaban de sus hijos. Verlos perderse en sueños fútiles y convertirse en las fichas más vulnerables del sistema. Pensé que esto era el último eslabón de una cadena dorada de fantasía carcomida que se despedazaría pronto. Pensé que habría manifestaciones frente a las sedes de las cadenas de televisión, frente al ministerio de cultura exigiendo cordura y respeto, pero no, me equivoqué. La perspectiva de la diversión fue la que dominó. ¡Ave Cesar!
Cuando oí a mis colegas médicos reunirse para discutir sobre las conversaciones “íntimas” y cualidades musicales de algún Ricky Martín copia 6, o una Shakira 10, y discurrir seriamente sobre quién merecía ser "salvado" y quién no, me quedé tieso.
Un criterio importante y que nadie ponía en duda su valor era la belleza física del contrincante. “No puede ganar con lo feo que es”, o bien, "Muy mal vestida(o)". Todos se habían convertido en críticos de "arte".

En la gala 2008 de Operación triunfo, uno de los pretenciosos miembros del jurado, "Diostodopoderoso-tengo-en-mis-manos-tu-futuro-niñato-de-mierda", mirando a todos por encima del hombro, lentamente, hartándose de su poder, le dijo a uno de los participantes: “No importa que seas homosexual, no importa que seas negro, cantas bien y mereces estar en la final”. Y NO PASO NADA. Todo continuó como lo más natural. Nadie encontró en aquella observación un criterio racista ni homófono, y por supuesto tampoco mis colegas científicos que opinaron que era más bien un mensaje de tolerancia. "¡Qué bueno, a pesar de ser negro y maricón será aceptado!" Así van las cosas, bañándonos y sometiéndonos poco a poco a la estupidez hasta dejar de percibirla.

El sometimiento de la cultura es tan descarado que abiertamente se pone a gusto del consumidor, lo cual resulta un círculo vicioso involutivo y decadente, puesto que bajará su nivel para hacerse accesible, vendible, consumible, en vez de incitar y cultivar los sentidos, y el consumidor será por ende cada vez menos exigente.
Me pregunto para qué sirve el Ministerio de cultura si el medio principal de educación social, la televisión, es un instrumento de perversión.
Cada 6 horas un anuncio de 10 segundos: "Llame al 016 cuando su marido la despetronque", dice una publicidad en medio de un programa donde dos o más participantes se disputan por obtener una cita con un hombre, gritando una sobre la otra, vaciando sus tripas y contenidos en la pantalla.
La verdad es que convertimos a los jóvenes en marionetas víctimas que pagan nuestra desesperanza y cinismo creciente. Son los nuevos gladiadores en nombre de la diversión. Antes condenados o indultados con el dedo pulgar, ahora con sms a 0,40 euros.
Mis enemigos hoy son esos adultos poderosos que están detrás de los medios de comunicación divulgando groserías, infectando, confundiendo la esperanza, adulando fantasmas y formas sin contenido. Esos “periodistas” vendidos de tele-realidad y programas del corazón que cristalizan el alma y metalizan el amor disfrazándose de ligeros pero saben que es algo muy serio, tanto que de nuestra estupidez depende su bolsillo.
Hasta que punto somos prisioneros resignados, que muchos amigos nacidos en democracia, preocupados por mí, me han aconsejado no hablar de este asunto, objetando que ellos tienen el poder de condenarme al silencio, al entierro como artista.
Otros amigos se asombran al ver que todo esto para mí no sea algo lógico: ¿Pero qué quieres si es lo que vende?. Otros, no tan amigos, me han dicho que lo que me pasa es que siento envidia porque ya estoy viejo y desprovisto de ligereza suficiente para presentarme y pretender ganar en uno de sus concursos: “Si tu dices que eres artista entonces preséntate y gana, y así podrás tener quien te subvencione un disco. Puedes elegir entre Operación Triunfo, El gran hermano, La isla de la tentación, Tienes talento, Sobrevivientes, Factor X, Fama, Tú sí que vales, Supermodelo, La casa de tu vida. La granja, La nouvelle star, y otros muchos. Así que no te quejes, elección tienes".
Hoy son los chismosos lo que están en el podium. Los creadores no son más que piezas invitadas durante cinco agitados minutos, solo si sirven para que ellos sean puestos en valor, y el creador invitado pueden considerarse tocado por el espíritu santo, puesto que gracias a ellos, a su caridad, a su invitación a sentarse en el brazo de su trono, su obra será divulgada. En fin, el poder.
Ya sé que no habrá manifestación alguna, más bien mani-infestación. La gente se manifiesta solo cuando recibe una patada directamente en los huevos, o mejor dicho en el bolsillo. Entonces, buscan en sus cajones algún trapo rojo que pueda servir de bandera una tarde y desde una plaza gritarán obscenidades contra cualquiera que esté en el poder.
Los medios de difusión masiva, y sobre todo el rey de ellos, la televisión, juega un papel primordial en el desarrollo del intelecto social. El poder es tan ilimitado que resulta peligroso sobre todo porque ejerce el control sobre el campo psicológico: Es ella quien establece en la sociedad actual casi todos los patrones de conducta, moral, razonamiento, justicia, esperanza, ambición, actuando como un hechizo colectivo o una hipnosis masiva. De la educación (y por ende de su medio) depende el futuro de la humanidad. (Si alguien duda de esto que le pregunte a Silvio Berlusconi lo útil que le resulta ser dueño de cadenas de televisión).

jueves, 7 de octubre de 2010

VEINTICINCO PREGUNTAS

¿Me concierne?

¿Hasta qué punto?

¿Es cierto?

¿Por qué pasó?

¿Y yo pude hacer algo para evitarlo?

Y ahora que ya es ¿Qué puedo hacer?

¿Cuál es el quid de la cuestión?

Mirando atrás ¿me ha pasado otras veces? ¿Le ha pasado a otros otras veces?

¿Era evitable?

¿Serán mis ojos? ¿Mi forma de ver las cosas? ¿No estarán dentro mis consignas y moralejas incrustadas?

¿No será que alguien pretende hacerme ver con ojos ajenos?

¿Será la sociedad y su tele, la religiosidad y prejuicios que me han dictado la opinión?

¿Y con esa opinión que acabo de formular, estaré de acuerdo mañana?

¿Pero el mañana de quien, el mío a corto plazo o el mañana mañana?

¿Qué diría mamá o papá?

¿Y por qué me interesa ahora lo que piense mamá y papá?

¿Qué dirán mis hijos?

¿Le haría daño a alguien con mi opinión?

¿Con qué intención lo hago?

¿Por mí o por los demás?

¿Soy altruista o me hago?

¿Qué bolá con el ego?

¿Y eso que hago, lo hago bien?

¿Sirvió?

¿Para qué?

...