martes, 29 de marzo de 2011

REBELION EXPRESS.

A principios de año, motivados por los acontecimientos en Tunisia, recibí vía internet varias llamados a una supuesta rebelión en Cuba. Fecha y hora escogida por el exilio. Rebelión Express. Por supuesto, los cubanos de Cuba ni siquiera se enteraron de esto. La mayoría tan siquiera sabe lo que pasa realmente en los países árabes. Como todos saben en Cuba se sabe lo que "El partido, el único," quiere que se sepa, y una misma información puede tener varias interpretaciones, según la libertad del propio comentarista que siempre tiene un pie en la cárcel si se pasa de la raya. Pero a lo que me quiero referir es al gesto de esos exiliados que creyeron que, desde su salón, seguramente, como yo, con una cerveza fría cerca del teclado, por un minuto pensaron que podían burlar el impermeable muro de la dictadura. ¿Se olvidaron de cuando entraban en nuestras casa, súbitamente, a quitarnos la improvisada antena parabólica? ¿Se olvidaron que todos, excepto los balseros, tuvimos que pedir cartas de fingida "buena conducta" al presidente de la calle, al presidente de Partido comunista, al jefe del sindicato de nuestros respectivos centros de trabajo, para que nos permitieran tomar el avión que nos condujo a la suerte o desgracia de vivir lejos? ¿Se olvidaron de que ellos mismos y hasta sus hijos no podían hacer estudios universitarios, ni optar a buenos puestos de trabajo si no pertenecían a las obligadas organizaciones de masa, y no tenían méritos suficientes que mostraran sus respectivas "buenas conductas"?
Que un extranjero, me cuente historias sobre Cuba me irrita, pero lo entiendo como un gesto ajeno y naïf. Pero cuando a mis compatriotas se les va la olla por amnesia, y se olvidan de los maquiavélicos y estrictos mecanismos de control que mantienen anquilosada nuestra inercia, me parece increíble.