lunes, 6 de septiembre de 2010

Debatir una "verdad"

Debatir una de esas supuestas verdades, una de esas ideas que adoptamos y pretendidamente concebido, no es algo que se conciba fácilmente. No bastará un diálogo por muy nutrido que este sea, para que decidamos cambiar una "verdad" por otra. Las razones del contrario quizás logren balancearnos, si tienen bases sólidas y si somos lo suficientemente pacientes y humildes para escucharlas, pero raramente lograrán romper las columnas, esos enlaces culturales y neuronales que hilamos. Sobretodo, costará romper el compromisos hecho consigo mismo y con los demás. Antes de eso pondremos en marcha, cual la catedral de México, algún mecanismo compensatorio que nos mantenga en equilibrio.

Los que llamamos "sabios" quizás son aquellos que un día se atrevieron a decir: "Oye, qué interesante. No tenía información sobre ese detalle. Quizás tengas razón. Porque nadie conoce todos los pormenores, cada vez más minúsculos, que mueven el microcosmo de cada universo y, solo un detalle, justo una piedra, puede hacer cambiar el curso de un río.

Debatir una verdad requiere flexibilidad y juventud de espíritu. Ver el pantano que nos sustenta. Lo efímero de las columnas, todas, las nuestras y las de la naturaleza misma. Sencillamente recomenzar. Sencillamente humildad. Simplemente dudar.

Algunas de esas columnas que nos sostienen, están basadas en argumentos sólidos, visibles o palpables, demostrables físicamente pero... qué supone lo visible?. La gran parte de ellas, los pilares principales generalmente, son hipótesis utópicas, ganas, voluntad propia donde se metió el afecto y detrás el ego.

Debatir una "verdad" es una tarea ardua que implica intensos sacrificios. Un cambio íntimo, una determinación a solas después de un largo período de meditación, cual capullo para metamorfosis o huevo para renacimiento y, cuando sale a la luz, comienza la batalla: Ser extranjero. Intentar hacerse comprender por ese mundo que nos rodeaba hasta ese día, el cual habrá cambiado totalmente de perspectivas y para el cual soy, eres, somos, así, de un momento a otro, recién llegados.

Debatir una verdad es admitir la soledad, la individualidad de la puerta.