martes, 29 de octubre de 2019

TRUMP 2020

El agujero negro es la fuerza de atracción más grande del universo. Todo, incluso la luz es absorbida. Una corriente atroz que atrae y arrastra cualquier partícula que se aproxime. 
La mayoría de los humanos nos comportamos como partículas que corren arrastradas por corrientes y no como individualidades pensantes. El miedo a la soledad nos agrupa y nos arrastra a la corriente más potente y cercana. 

Trump y todo su equipo sabe eso, y saben que su campaña comenzó hace machos años, digo, muchos. El no necesita unos meses de giras, acercarse al pueblo, convencer, mostrar empatía, cargar un niño, sonreír, no le hace falta. El sabe que desde su teléfono, desde su cuenta tweet, cuanto mas desprecio muestre, más disparates diga, más será adulado por ese tipo común que hace años que el único movimiento cultural que ha tenido es sentarse frente a la tele a ver telenovelas que hablan de él, de su ídolo y sus hijos. Esos principes azules que viven en casas doradas, y jovencitas de otra clase social se disputan en guerra envidiosa su atención.

En este sentido, hasta Walt Disney es publicidad para el trumpismo. Ese tipo común, cuyo cerebro pasa de un programa de tele realidad, a un juego vídeo para precisar el tiro al blanco, y mucho mejor al negro; no conoce otro valor, otra fuerza de atracción que no sea el agujero negro. 
La prosperidad inmediata, incluso basada en deudas hacia sus hijos, es el uni o valor para este tipo común que nunca ha leído un libro y mucho menos de autor negro. 

Esos son la mayoría, porque incluso la mayoría de los negros no han leído un autor negro.
Bajo este cardo caldo de subcultura, los insultos raciales, machistas, homófonos, xenófobos, se hicieron costumbre en nuestros oídos. Aquel ruido u ofensa, ya no nos parece raro, ni ofensivo.

El sabe que su cara crispada, su boca proyectada vulgarmente, tal narcisista que habla a una subespecie incapaz de comprender, ese vientre de egolatría y complejos infantiles, ese aire amenazante de macho alfa que puede pagarse princesas, sus faltas de ortografías, sus mentiras, sus pedos y diarreas, son parte de su propaganda. Adictos a la mierda de rubio, pero a la mierda en general. Es ahí donde se encuentra el hombre común. El hijo del Liberalismo. 
Su publicidad está implícita en el sistema. No le hace falta salir en campaña.


Si existió durante tantos años la esclavitud como formación legal económico social, y acentúo la palabra legal, fue posible porque era un fenómeno cultural. Lo cual significa que no existe un colmo a la degradación moral del hombre. Si la esclavitud fue una forma de vida normal, legal e incluso bien vista, significa que todo pasa a través de la cultura, que esta es capaz de adiéstranos a ser cualquier cosa, incluso una vergüenza histórica.

El amo llega a ser incapaz de preguntarse si es moral o no su acción. El solo sigue la corriente de su época. El negro o el pobre nacido en tal condición, no se pregunta si lo merece o no, y la ignorancia le hace más esclavo.  


Ser negro y ser trumpista es, además de una cobardía, una traicion histórica. Desgraciadamente, las cicatrices y queloides, las marcas de colageno que dejaron las cadenas, no se heredan en la piel de la descendencia. El mulato no se acuerda que es un gen bastardo de acto de violacion, el dolor de los látigos se diluye entre los genes. Bastan dos generaciones para olvidar; y los museos históricos, si alguien los visita, son historia de otros, no la nuestra. 

Israel es el mejor ejemplo de ver que las cicatrices no dejan precisamente amor y empatía. 
Una mujer trumpista es el alter ego de otra mujer, sea de la religion que sea, que esconde sus atuendos de belleza bajo el velo, sea por decisión propia o impuesto por macho o por dios, y valga la redundancia. Es una mujer abdicada. Una mujer que acepta que el amor es posible a través de hombres con poder. 


Un emigrante trumpista es un hombre que vendió sus principios. Aquel que hace de patria no el amor a los suyos, sino una tierra de conveniencias y en su nuevo confort discrimina a los suyos.


Un cubano pro embargo es un ser egoísta y lleno de odio. 


Toda la doctrina trumpista se basa en dejar florecer en nosotros mismos lo más abyecto oscuro y mezquino, y sentirnos confortables. 
Los más viles impulsos son atuendos atractivos en el seno del grupo, esa corriente acarreadora. 
Si cuánto más vil sea mi alma, más soy parte... por qué me propondría cambiar? 


Los primeros en contra de la esclavitud se hicieron linchar por negreros. Los primeros en amar un ser de otra raza, tuvieron que vivir un amor escondido. Ir contra la corriente puede ser un riesgo fatal.


Estos son los hijos del liberalismo. Un negro que paga por cabellos lisos y una piel mas clara, que enmascara su identidad; un mujer devota que teme a su macho o dios, un emigrante que desde su piédestal tiñe sus pelos y desprecia a sus antepasados. Un patriota que se excluye del planeta. De hecho, todas tales mezquindades se excluyen del planeta. Ellos viven sus conflictos raciales y de clases como el único centro del universo.


El odio es un sentimiento más primario que el amor. El amor necesita instrucción, educación el odio no. El amor requiere compromiso, el odio no. El amor se expresa en poesía y palabras, el odio solo en insultos descabellados. El amor puede doler, el odio se presenta como alivio, como salida fugaz. El amor te lleva a compartir, el odio a acaparar. El amor es vulnerable, el odio es coraza. Llevar a un pueblo hacia el amor es un trabajo de educación incesante. Para que un pueblo sea odioso, solo tienes que olvidarlo. 

Trump 2020 es resultado, es consecuencia, es secuela. Es el camino lógico hacia final sin sorpresas. 

Una emisión de televisión, de esas tantas donde unos jóvenes denigrándose mutuamente compiten por el amor de un público ávido de banalidades y chismes, es el centro de su campaña publicitaria. El trumpismo es el hijo de nuestro mundo actual. El trumpismo sobrepasa la figura de Trump. Trump solo le ha dado nombre al movimiento cultural de hoy. 


Cuando la contraluz se vuelve tendencia, flujo, corriente, torbellino, curso, camino y gravedad, tiene solo dos salidas, la poesía: el amor, o la guerra. 
El amor hará salvar electrones y neutrones individuales, pero ya es tarde para que influya sobre la corriente. Históricamente, solo las guerras pérdidas logran enlentecer el flujo de la corriente hacia el abismo.


Trump 2020, el fin tiene un comienzo. 




Enviado desde mi iPad

lunes, 2 de septiembre de 2019

Cultural y moral, NO político

El problema no es político sino cultural y moral.
Cuando la negligencia se convierte en moda; cuando la honradez es despreciada, el problema no es político. 

Ya no son juegos racionales los que dirigen el comportamiento del mundo, sino la desfachatez para denigrar todo lo bello. Absolutamente todo.
Es dejar libre lo peor de ti. 
Ese bicho malo que llevamos todos dentro, ya no tiene retención/ y, en este sentido, Si que puede llamarse libertad. 
La belleza NO es un concepto pasivo, es un esfuerzo. Un insulto puede ser impulso, un poema es trabajar.
Asesinar puede ser un acto de libertad. Suicidarse también. Odiar tb. 
Hacer de tu vida una venganza puede ser un acto de libertad. Escoger un mandatario que condena el futuro de tus hijos también. Te puedes sentir libre cuando aquella frase horrible que tu cerebro creô, sencillamente la haces palabra y acción. 
Cuando mientes, cuando desprecias.
Cuando no enriqueces tu alma, tal vez te sientas libre. Creer en un poder usurpado y mezquino, es la libertad para almas vacías.
Por mucho que te laves las manos y hiervas el agua, nada podrá limpiarte el corazón. 
 No es la libertad lo que te hace hombre, porque, si bien no existe belleza sin libertad; la libertad no siempre es bella.