jueves, 1 de julio de 2010

LA NIÑA QUE ERA UNA ESPONJA

Siempre fue rebelde, desde que era una comina. La madre decía que era genético, que salió a su abuelo, que nació independiente y segura de sí. O bien, chupaba la teta cuando le daba la gana y pasaba más horas de lo normal mamando, o demasiado pocos minutos porque ella decidía cuando rechazar y cuando pedir más de la cuenta a chillido limpio. Aquello fue creando una ansiedad en la madre que cuando la niña percató, instaló una lucha entre el poder y la víctima, los padres. Retenía en la boca el puré durante largos minutos, y cuando todo el familión, que esperaba alrededor su decisión, pensaba que la niña por fin tragaría, se lo lanzaba en la cara al que se le aproximaba demasiado.
Los padre se asustaron cuando a los tres años, le dijo a Margarita, su cuidadora en el círculo infantil: ¿Qué pinga te pasa? Todo el mundo se quedó tieso. Parecía irreal que de aquella boquita rubia, saliera de pronto, y cada vez con más frecuencia, un rayo que electrificaba a todos, y luego hacía que rompieran a carcajadas asombrados y admirados ante aquel renacuajo mandón que lanzaba aquellas frases con gestos y todo, imitando casi perfectamente a Margarita. La gente decía que la niña era una esponja, y los padres vieron en esto una excelente virtud para su futuro. Nadie pensó que la esponja absorbe lo más próximo que tenga alrededor, que no discrimina, solo absorbe, tanto lo limpio como lo sucio.
A los cinco años le arrebató el peine a su madre y le dijo: Así no me gusta, déjame que yo lo hago sola. Y así fue a partir de entonces. Organizaba solita sus ropas, sus juguetes, y le gustaba que estuvieran como ella los había dejado.
En la escuela obtenía resultados académicos entre promedio y bueno, nunca excelente ni suspenso, lo cual no era motivo de preocupación pero, fuera de la escuela, era un imán. Los vecinos, cuando la veían pasar viniendo de la escuela, conociendo sus dotes, le gritaban palabritas sueltas o la llamaban por otro nombre sabiendo que la niña respondería con el último gesto de chusmería a la moda y la diversión estaba garantizada, mientras la madre reía con verguenza, asegurando para justificarse que nada de aquello lo había aprendido en la casa. ¿Yo no sé de dónde esta niña saca esas cosas?, solía decir.
Todo el mundo decía que la niña era una iluminada, que cuando fuera grande iba a querer cambiar el mundo. Nada más lejos de la realidad.
Algo increíble, y que solo alguien que la hubiese seguido durante el trayecto de su vida hubiese sido capaz de encontrar una asociación entre aquellas gracias de niña y su vida adulta, era la importancia que le daba a las cosas materiales, a sus objetos. Cuando, obligada por las circunstancias, tenía que prestar un juguete o cualquier otra cosa, no le perdía ni pie ni pisada a la persona que lo manipulaba, y en cuanto se cometía el primer error de trato con su artículo, una muñeca por ejemplo, se la arrebataba con toda autoridad satisfecha de dejar claro que no habría una segunda vez.
De un angelito rubiecito y tierno, súbitamente salía un brote de chusmería criolla, alborotando el pelo, meneando los hombros y contorneando la boca con una mano en la cintura.

Cuando los padres dejaron el país y se fueron a vivir a Madrid, se satisfacían de encontrar una razón más para haber emigrado, en el hecho de que la niña cambiase de ambiente, de ejemplos. Tenía ocho años entonces.
El cambio fue brusco, pero, salvo los primeros días que todos estaban aturdidos, ella parecía asimilarlo bien. Se incorporó pronto en la escuela y se comportaba en casa como una mujercita. El día que su nueva institutriz mandó a buscar a la madre, puso al relieve la magnitud del cambio. Le contó que desde que traía la nueva mochila, hacía una semana, no había habido manera de quitársela de la espalda. ¿Y si me la roban?, decía. La madre se sentó a explicarle que ahí no era como en Cuba, que los niños ahí todos tenían sus mochilas, que no necesitaban la suya, que nadie se la robaría. Finalmente lograron convencerla con la promesa de dejarla siempre cerca de su vista.

.... continuará

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