domingo, 27 de junio de 2010

TU INTUICION FEMENINA

Eso que llamabas intuición femenina, no era otra cosa que "institución del cliché", y hasta racismo puro y duro chica. Cuando la fiesta se estaba acabando, que ya casi todo el mundo se había ido, y se dio cuenta que le faltaba su espejo-lupa, aquel objeto sofisticado y con luz propia que utilizaba para descubrirse arrugas nuevas para luego correr al cirujano a que se las hincara. Pues bien, inmediatamente empezó a discernir sobre quienes eran los posibles ladrones delante de mi. Yo también me preguntaba a quién podía ocurrírsele robar semejante porquería.

Ella sabía dónde dejaba todo, o todo lo que dejó a la vista de los invitados, así que estaba más que segura que se lo habían robado.

Pudo ser Yamila, yo veo en sus ojos la forma de mirar las cosas, además, como está acabada de llegar, todas esas cosas la deslumbran mucho. ¿Tu sabes quién pudo haber sido también? El chico ese que vino con Teresa (casualmente negrito también) o el hijo de Samid, esos muchachos árabes son tremendos. Y después con la misma decía: Bueno, pero no tiene importancia.

No sé por qué decidió excluirme de la lista de potenciales ladrones, al fin y al cabo, yo era un extranjero más. Seguro se trataba de una exclusión temporal debido al hecho que estaba a su lado cuando se percató que faltaba el objeto o porque participaba en su análisis detectivesco. Para sus adentro quizás yo también era un sospechoso, pero como era el mejor amigo de Jose, el sabio del meneo, que se la tiraba de vez en cuando, y yo fui quien se lo presentó, por eso me excluía, digo yo, vaya a usted a saber lo que le pasaba realmente por la cabeza.

En fin, que aquello no era intuición femenina ni ocho cuartos. Yo no me creo eso del "poder femenino" que indiscutiblemente está minado de preceptos culturales e incultos también, pero por demás, lo suyo era, al descaro, discriminación racial. Pa dentro fueron los 5 negritos de cuajo, los 2 semiárabes, y por supuesto, el rumanos.

Todos eran alumnos del curso de salsa que impartía Jose, el sabio del meneo, y ella pa contentarlo, pa'que hiciera promoción para su curso, seguramente esperando que al final de la noche le echara otro palito, se le ocurrió meter a toda esa gente en su casa.

Ahí fue cuando me dí cuenta del esfuerzo sobrehumano que estaba haciendo esa mujer cuando Jose la ponía a bailar y dar cintura en esas vértebras rígidas por la artrosis que aquello parecía más bien el ula ula... ¡Qué ganas de singar!

Lo bueno de todo esto, es que después de haber hablado tanto delante de mí y haber acusado a la mitad de los miembros no europeos de la fiesta, entró Mariana por la puerta con el dichoso espejito en la mano diciendo: "Francis, qué bueno está esto. Me fui al baño que está detrás de la cocina y me estiré las pestañas pa' arriba y me saqué unos pelitos minúsculos que en mi casa no veía. Miren qué linda estoy".

...


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