viernes, 13 de diciembre de 2013

La Consciencia Hipócrita.


No es una afirmación compulsiva movida por tristeza o depresión, al menos que sea consciente. Más bien me considero un hombre dichoso y en general, feliz. Se trata de una reflexión lenta y tranquila. Podría llamar, juicio ecuánime. Me suena como una constatación progresiva.
Reconozco que no podía llegar a este convencimiento unos años antes, no solo por la revolución hormonal que, en mi caso particular, me obnubilaba bastante la consciencia, sino que es también fruto de experiencia y reflexión. 
Este tipo de declaración, a nadie le gusta escuchar, a mi tampoco por supuesto. Hay ciertas afirmaciones que van genéticamente censuradas. Es el instinto de preservación de la especie que en el hombre deja de ser instinto para convertirse en consciencia hipócrita. 
Una frase frecuente en mi seno familiar era: "No se lo digas a ... (equis miembro)". Algunos miembros pueden llegar a constatar la llegada de una crisis o la inminencia de un desastre, pero lo intentan guardar en secreto, e incluso negar hasta que reviente. 
Me hubiera gustado más que el médico le hubiese dado pastillas de azúcar diluida a mamá hasta el día de su muerte, que ver la muerte de la ilusión en su rostro en el momento que este le anunció: "Ya hemos agotado todos los tratamientos posibles, no hay nada que hacer". 
Vivir de ilusión nos puede llevar a una supuesta "salvación" mientras llegue el desastre. Y en este principio se base la cultura hoy. Divertir y aparentar optimismo. Y a esto le llamamos paradojicamente: "Pensar positivo". 
Los padres hoy han desarrollado de manera lógica el principio de consciencia hipócrita como mecanismo de supervivencia familiar. Lo cual resulta lógico. Digo los padres de hoy, porque no somos los mismo que éramos antes y después del nazismo, antes y después del socialismo, antes y después del liberalismo, del catolicismo u otros oscurantismos, y sobretodo del sionismo. Y digo sobretodo, no porque este último me parezca más salvaje que el resto de los ismos mencionados, sino que deja claro que el hombre común, y no me refiero a individuos específicos provistos de sensibilidad y auto-cuestionamiento, sino al hombre como especie en vía de extinción, no aprende de la historia ni de experiencias ajenas por muy brutales que hayan sido tales, sino que su codicia nubla el amor. 

Y hablando de consciencia hipócrita, podría remplazar el término por otra imagen menos "agresiva": falsa compensación. Porque esta es otra grave dificultad a la hora de entendernos. Debemos usar palabras que nos acaricien, que no golpeen nuestro ego cada vez más sensible puesto que se sabe cada día más culpable. Llamarlo entonces, compensación: un mecanismo de defensa para seguir funcionando a pesar de la evidencia.   
Como médico y artista, llegar a decir que no creo en la humanidad a mi mismo me parece aparatoso, pero por supuesto no cambiará en nada el principio de intentar ser bondadoso, aunque sí modifica el sentido de mis canciones. No dije lo mismo en Alivio y Recuerdo que en Vida Moderna. 
Hoy, la humanidad se refugia en la esperanza de otro ismo: El futurismo. O sea, como no podemos cambiar nuestra esencia destructora, nuestra falsa espiritualidad disfrazada en religiones egoístas, esperemos que la ciencia nos proporcione un nuevo planeta para nuestros hijos, los escogidos, los capaces, o una magia purificadora que nos salve de nuestra inevitable  plaga: La estupidez.

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