sábado, 1 de mayo de 2010

A GUSTO DEL CONSUMIDOR

Esta frase tan popular, es un peligro potencial para la cultura en general.
Cuando salì de Cuba, no sabía absolutamente nada de vinos. Le llamaba "vino" a aquel mejunje que papá preparaba para las grandes ocasiones. Solo una o dos veces al año, porque para su confección, era necesario utilizar gran parte de nuestras racionadas cuotas de arroz o de guisantes, según lo que tuviera como excedente. El grano, agua, levadura y azúcar, y el conjunto lo echaba en un recipiente que, sin batir y herméticamente cerrado, enterraba durante 45 días en el patio de la casa esperando que pasado ese tiempo las bacterias hubiesen hecho el trabajo que les correspondía: fermentar y convertirlo en alcohol. Ese era nuestro vino. Con aquel líquido cogí mis primeras borracheras de adolescente, sirviéndome en secreto de su recipiente escondido.
Cuando llegué a Bélgica y me hicieron probar lo que acá llamaban vino, me pareció insípido y falto de aquel criollo ácidoamargor que descendiendo el esófago anunciaba la intoxicación y los futuros estragos. Daba igual que me invitaran a probar un Pauillac antiquísimo, que el nuevo Beaujolais, que un vino de mesa. Todos tenían el mismo sabor. Lo mismo ocurría con las cervezas, cosa que resultaba insólita a mis amigos belgas que cuentan con más de 600 variedades.
Tengo que confesar que mi paladar aprendió, se refinó, gracias a los tantos amigos alcohólicos que en estos años de exilio me han enseñado a cultivar ese arte.
Esta historia, para cualquier enólogo o simplemente cualquier bebedor habitual suena lógica y natural. Nadie pone en duda que el gusto papilar forma parte de la esfera sensorial y que, por ende, solo la experiencia comparativa es capaz de cultivarlo. ¿Por qué cuando se habla de gusto auditivo o musical no se piensa igual? ¿Has probado un Bach, o un buen Miles Davis, un John Coltrane, un Joni Mitchell, o un Benny Moré? Entonces, siéntate, calla, prueba y vuelve a probar hasta que reconozcas el buen sabor.

2 comentarios:

  1. Eres genial que Tiempos, ter acuerdas de la crema vie, mi madre la hacia casera, como se inventaba, yo como tu conoci el vino aqui, locura mia, al ver que habia de tres colores, mi expareja tenia la mejor bodega, inmaginate el tenia un empresa de bebidas, recuerdo que la primera vez que nos fuimos de copas, pedi un Cubalibre, por supuesto bebida libre, se cayeron a reir todos, la borrachera aun me la cuenta el, que cosass

    ResponderEliminar
  2. Sé perfectamente a qué te refieres. Recuerdo, y casualmente lo comentaba hace poco con unos amigos, que hace muchos años algunas músicas no me entraban bien, no sabía valorarlas. Por ejemplo, el "Filin" de Marta Valdés o algunas improvisaciones bárbaras de jazz. Simplemente el oído no estaba educado para eso!
    Si tienes la suerte de ir coincidiendo en la vida con gente de buen gusto, acabas escuchando la mejor música y bebiendo buenos vinos, pero sobre todo disfrutándolos! Y al final acabas buscándolos, como un sibarita musical.
    Pero sin hacerle ascos a lo demás, eh! que no hay cosa más insoportable que los que reniegan de lo menos perfecto.
    Como "no, yo sólo escucho música clásica, lo demás es muy chavacano para mi gusto"... viene a ser lo mismo que "yo sólo bebo whisky de malta pura añejo 18 años"...
    Tremenda pedantería!
    Seguro que el jaláo que se coge con cualquier mejunje con buenos amigos y bailando cualquier ritmito pegadizo y facilón, al final lo recuerda uno toda la vida.

    ResponderEliminar