jueves, 6 de mayo de 2010

OTRO INTENTO/ Elena se quedó... y papá también.

Capítulo 15

Otro intento.


Elena tuvo que admitir que todo lo perdido era irrecuperable y todos aceptamos la derrota, la gran estafa. Dejamos de usar temporalmente el más allá y el esoterismo como método paliativo para aceptar las rudezas del acá. Ella andaba desgreñada, silenciosa y tan triste que la hacía parecer más vieja y dócil, pero por momentos reaparecía su sabrosa y rebelde locura. Una noche de apagón que fui a visitarla, en medio del oscuro silencio que paralizaba el barrio, Elena salió al pasillo y empezó a gritar consignas revolucionarias a todo pulmón.

_ ¡Viva Fidel! iPatria o Muerte!

No entendimos nada. Cristina, Ernesto y yo, nos miramos petrificados sin saber que hacer ni decir. Ernesto le preguntó si estaba loca, pero ella sin responder volvió a la carga. Salió al pasillo, y le gritó a la noche como si estuviese en la plaza.

_ ¡Socialismo o Muerte! -y su voz recorría las tinieblas.

Era tan paradójico semejantes consignas en semejante momento y viniendo de su boca, que empezamos a temblar.

_ Ay mi madre mami, -rogaba Cristina- mira que estás flaca y débil, te van a volver a llevar presa y no vas a resolver nada.

_ No mija no te preocupes. -decía con voz serena- Mira, si vienen les digo que me volví revolucionaria y estoy enferma de fervor patriótico. –le contestó llena de cinismo, regresó al pasillo y gritó- ¡Comandante en jefe... Ordene!

La ausencia de ruidos de actividad eléctrica hacía volar su locura y el silencio se hizo más profundo. Los vecinos también estaban asombrados de tanto sarcasmo. El del apartamento de al lado, le dijo: “Coñoooooo, se te fue la mano en la creación mi china” y Elena seguía:

_ ¡Viva la revolución! ¡No hace falta luz para construir el socialismo!

_ Mami te van a volver a encerrar. -Cristina desesperada, con voz quebrada por el llanto inminente.

_ ¡Oye, que vengan! Si yo estoy gritando lo que siempre nos han enseñado, ¿no? -contestó Elena desafiante- ¿Es que tengo que gritarlo solo cuando ellos quieran, además?

Estábamos inermes esperando que la policía viniera y cargara con todos, pero no sucedió, increíblemente.



Con los días, Elena se fue recuperando de su depresión, y entonces su prioridad era salir de aquel barrio y de la peste a río viejo. Volvió a organizar una de sus permutas múltiples, donde puso además el cuartico inhabitable de Centro Habana que aún no había vendido, y consiguió un buen apartamento en una buena barriada cerca del cementerio de Colón. Tenía un solo cuarto pero amplio, un salón, comedor, cocina, patiecito de cemento, garaje y hasta terraza, permitiendo a los perritos nuevamente correr y ladrar sin miedo a ser devorados.

Cuba seguía andando, cojeando pero caminando, resistiendo, amordazando y manipulando como siempre, pero cambió en que ya no había ni promesas ni esperanzas. Se decía: “Esto es así y va a ponerse peor” descaradamente. Ya no era Marxismo, ni Leninismo ni ocho cuartos. Era, a patas abiertas y sencillamente, sus cojones. Las proposiciones de fuga no faltaban, pero eran demasiado caras o demasiado desquiciadas: de polizonte en un barco mercante con cualquier rumbo, escondido dentro de un contenedor, o atravesar el mar de Oriente hacia la Base Naval de Guantánamo, o comprar una carta de invitación a Suecia, único país que no pedía visado, o jinetear un turista, --en el mejor de los casos algunos fingiendo amor lograron escapar-- o comprar brújula y motor fuera de borda que impulsara unas gomas. Los remos, para mí, ya estaban descartados...

1 comentario:

  1. Cuenta, cuenta más! hace tiempo leí tu borrador, luego cambiaste algunas cosas que no pude leer, así que me quedé con el caramelo en la boca.
    Uy lo que disfrutarán la gente con este libro el gran día en que se publique en Español. La gente q conocí en Italia que lo habían leído, me decían:...tú eres su hermana?..." con una expresión de admiración e incredulidad que me hacía sentir importante, jejje. Y yo muy oronda:" si soy yo" y detrás, descarga de exclamaciones, de halagos..., uf qué maravilla, qué bien me sentí.

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